jueves, 4 de julio de 2013

Donde quiera que estés. Capítulo 2



Capítulo 2
Observé como la ciudad de Los Ángeles iba desapareciendo entre nubes grises cargadas de agua para liberarla en cualquier momento. Recosté mi espalda en el asiento, tomé mi iPod de la cartera marrón con faralaos que tenía entre mis piernas, desenredé mis auriculares blancos un poco sucios y proseguí a colocarlos dentro de mis oídos. Lo puse en aleatorio y una relajante música me distraía de todo. Abría y cerraba mis ojos cada cierto tiempo y revisaba mi reloj blanco que cargaba en la muñeca izquierda. Solo habían pasado 5 minutos desde que el avión despegó.
Abrí mis ojos, los había dejado cerrados por un largo tiempo que ya había pasado 2 horas desde aquella vez que vi mi reloj. Faltan aún 7 horas y media. Creo que me volveré loca. Después de un rato más, trajeron la comida y abrí la mesita que tenía enfrente, coloqué la bandeja y le quité el papel aluminio que la cubría. El humo subía rápidamente, estaba hirviendo aquel mísero plato que me habían servido. Un pedazo de pollo bañado en salsa de champiñones acompañado de una taza de arroz con vegetales verdes; una ensalada de frutas y unas rodajas de pan con mantequilla adicional de un lado; una taza para el café que aún no habían servido y por último los cubiertos de plástico junto con una servilleta.
-          ¿Qué desea de tomar? –Preguntó la azafata sosteniendo el vaso de plástico-
-          Una coca cola, por favor –Respondí sonriente-
La sirvió en el vaso y me la entregó en mis manos.
-          ¡Gracias! –Dije bebiendo un sorbo-
-          A la orden –Sonrió-
Junto a mí, tenía a dos personas más que comían su platillo sin detenerse. La azafata les ofreció también de beber y se los dio. De mi lado estaba una mujer cabello oscuro y le seguía un hombre, algo mayor, cabello gris y varias arrugas en su rostro.
Termine mi plato y me tomé hasta el fondo la coca cola sin dejar una gota, estaba sedienta. Retiraron mi bandeja, subí la mesita y me recosté nuevamente en mi asiento; cerré mis ojos y me dormí.
Tras un largo y desesperante viaje, escuché al fin el sonido de la alarma para aterrizar. Todos los pasajeros cansados levantaron el respaldar de su asiento colocándolo en posición vertical y además subieron las persianas de sus ventanillas, los que estuviesen al lado de ella, por supuesto. El piloto del avión dio las indicaciones a la tripulación para que estos se colocaran en sus respectivas posiciones para el aterrizaje. Unos minutos después, la Ciudad de Paris lograba verse espléndida y radiante en esa tarde soleada siendo las 18 horas 35 minutos, pero como es verano, el sol se oculta más tarde. El piloto sacó el tren de aterrizaje y movió las alas hasta ubicar su respectiva posición. Segundos después, toco pista y rápidamente corrimos en ella hasta que se detuvo y nos acercamos hasta el puesto para desembarcar. Esperamos todos impacientes por bajar, después de 10 horas y medias de vuelo, y la luz de los cinturones de seguridad se apagó, indicando que podíamos soltarlos. Cada pasajero fue saliendo tomando su respectivo equipaje de mano, guiados por las azafatas. Fue mi turno, hice lo mismo y caminé hasta la salida una vez que bajé del avión. Entré al frío y enorme aeropuerto donde se veía a aquellas personas esperando su vuelo. Saqué de mi bolso todos mis documentos para poder entrar al país e hice la fila que nos guiaba a la casilla para que algún oficial encargado nos sellara nuestros pasaportes. La fila  avanzaba rápidamente. Era mi turno.
-          Buenas tardes –Dije entregando mis documentos de identificación-
-          Buenas tardes –Respondió con un tono francés-
Selló rápidamente mi pasaporte y verificó todos mis datos. Asintió con su cabeza dejándome entrar y tomé mi equipaje de mano que había dejado por unos segundos en el suelo para estar más cómoda. Caminé rápidamente entre una multitud de personas que hacían lo mismo que yo y de diferentes vuelos que habían llegado hasta el sitio donde tomaría el resto de mi equipaje. Iba corriendo desesperada por salir de todo y sentí de repente un fuerte golpe en mi brazo derribándome al suelo y regando por todos lados los documentos que aún tenía en mano.
-          Je suis tellement désolé! –Dijo en Francés-
Lo miré asombrada por su acento y además por haberme tumbado. Recogí mis cosas rápidamente tomando mi brazo que me dolía fuerte y él extendió su mano ayudándome a levantarme.
-          Ici, vous allez, mademoiselle –Me entregó algunos papeles que había tomado-
-          No hablo su idioma –Respondí mientras los agarraba-
-          ¡Americana! –Rió- Lo siento mucho señorita, no quise tumbarla –Sonrió-
-          No se preocupe. Gracias –Guardé los documentos en el bolso-
-          ¿Cómo es su nombre? –Preguntó sonriente-
-          Susane. Debo irme –Seguí caminando-
-          -¡Susane! –Exclamó persiguiéndome- ¡Espere!
Estaba siendo algo molesto. Continué caminando rápidamente e ignorándolo a la vez. Mi brazo punzaba fuerte de dolor
-          ¡Susane! –Me tomó del brazo y gruñí quejándome-
-          ¡Suélteme! –Retiré bruscamente mi brazo herido- ¿Qué quiere? –Pregunté alterada-
-          Olvidé decirle mi nombre –Dijo apenado-
¡Qué! ¿Me hizo molestar solo para decirme su nombre? ¿Está loco?
-          Lo siento, no tengo tiempo –Seguí caminando-
Estaba parada enfrente de la máquina que entrega el equipaje. Miraba rápidamente a todos los lados buscando la mía y no la conseguía.
-          ¿Es esta? –Pregunto mientras la sostenía-
-          -Sorprendida lo volví a mirar- ¡Sí! –La tomé rápidamente y quejé de dolor-
-          ¿Está bien? –Preguntó preocupado-
-          Solo tengo un poco de dolor en mi brazo –Bajé la cabeza-
-          Yo la ayudo.
-          No, por favor quédate tranquilo.
-          Solo quiero ayudarla, usted está herida –Tocó mi brazo-
-          ¡No me toque! –Exclamé enojada-
-          Lo siento mucho. Soy Nicholas –Extendió su mano-
-          Nicholas, estaré bien. Ahora déjame tranquila.
Era un joven no tan alto, cabello marrón oscuro rulado, ojos achinados oscuros que casi no podía detallar. Se veía fuerte, su traje de chaqueta y pantalones negros lo hacía lucir elegante.
Tomé mi equipaje y salí rápidamente del aeropuerto. Nicholas ya no estaba, menos mal. Dejé mi equipaje de un lado e hice señas para detener a algún taxi. Se detuvo uno y me ayudó a guardar mis valijas en el maletero. Subí al puesto trasero del auto y le di la dirección del hotel. Salimos del aeropuerto. Estaba totalmente cansada, con sueño y un gran dolor en el brazo, no sé porque aún me dolía tanto. Observé por la ventana los autos que andaban por las calles de París, y además las grandes construcciones a su alrededor ¡Es una belleza! Pasamos enfrente la magnífica y espectacular Torre Eiffel ¿Estoy alucinando? ¡No me creo que estoy en Paris y estoy viendo una de las maravillas del mundo!
-          A su lado puede apreciar la Torre Eiffel señorita –Sonrió el conductor-
-          ¡Es hermosa! –Respondí sonriente-
Después de un pequeño recorrido por la ciudad, llegamos al hotel donde me hospedaría. Bajé del auto, y tomé mi equipaje que el chofer ya había sacado del maletero. Pagué el viaje y entré por una gran puerta de cristal con marco dorado. Enseguida el botones del hotel tomó mi equipaje y lo puso en un carrito. Todo el cansancio había desaparecido al ver el lujoso hotel donde estaba ¡No puedo esperar a conocerlo completo!. Me acerqué hasta la recepción en donde había unas cinco personas atendiendo al público, unas con teléfono en mano y otras hablando rápidamente en su idioma, el francés.
- Bienvenue dans notre hotel! –Dijo sonriente uno de los señores-
- No hablo francés –Respondí apenada-
- ¡Bienvenida a nuestro hotel! –Rió-
- Gracias. Tengo una reservación hecha –Saqué mis documentos y los entregué-
- Bien espere un momento –Los tomó y los revisó-
Hizo varias anotaciones en su libreta y buscó rápidamente en su computadora.
-          Susane McGuire –Sonrió-
-          Esa soy yo –Sonreí-

Firmó varios papeles después de haberlos impreso y me los entregó para colocar mi firma. Lo firmé y se lo entregué. Me dio la tarjeta, que vendría siendo la llave de la habitación, y proseguí a caminar hasta el ascensor que estaba detenido en el lobby.  Subí hasta el piso 8 y caminé por un largo pasillo hasta la habitación 811. Introduje la llave en la abertura debajo de la manilla y abrí la puerta. Era una lujosa habitación con cama matrimonial solo para mí. Enfrente de ella estaba un televisor pantalla plana de 32 pulgadas y además una peinadora que contenía cajones para guardar ropa y un alto espejo donde podía reflejarme. Noté mi cansancio y mi maquillaje corrido por mi rostro. Continué el recorrido de la habitación, no tan grande, pero si muy cómoda. Me senté en el borde de la cama luego de haber echado un vistazo por el gran balcón que daba vista a un bello parque, y desamarré mis converse negros que estaban sucios, dejándolos de un lado de la cama y recostándome entre las cómodas sábanas.

Hola :D Bueno quiero agradecerles por sus comentarios del cap. pasado me alegra mucho saber que les gustó el comienzo de esta nueva web novela :3 espero la disfruten y no sé cuando vuelva a publicar otro cap. pero si les digo que es Soon! :'D como dice Joe. Saludos. -Liz

1 comentario:

  1. *_* Cada vez me gusta mas :3 Estuvo muy bueno, describes perfectamente, me atreveria a decir que esta es una de tus novelas que mas me gusta *_* asdfasdfasf sigue asi en serio la amo :3 estoy muy orgullosa, me dio risa la escena entre Nicholas y ella no se porque fue burda de cuchi ='D :*:* espero el otro :3

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